¿Enviaremos a nuestros hijos ungidos a servir en otra casa mayor o ungiremos a los hijos ajenos?
Mensaje de Yave para la Iglesia de Jesucristo “Sea La Luz” revelado el 9/9/2018. Predicado ante la ni;a Raquel y testimonio dado a Ana Cristina Sarmiento Galvinsky.
La Habana, 9 de
septiembre de 2018. Lázaro I Maximiliano, Jefe Espiritual de Estados del Reino
Espiritual de Yave fue bajado hoy del ómnibus 7723 de la
Ruta P1 en la parada de la Loma de los Zapotes en
dirección al Caballo Blanco. El Chofer le dijo: “Siempre es los mimso” (que no
tiene dinero para pagar el omnibus), “¡Te dijo que cuando me veas no te
montes!” El Jede le respondió: “Me voy a seguir montando.” En la ocasión
anterior le había dicho.“Tú me podrás bajar. Yo quisiera tener dinero. Pero no
soy yo quien decide que tenga o no tenga dinero. ¡Lo que yo tengo que hacer, no
depende de ti ni de mi, y no lo voy a dejar de hacer!”
Después de esto el Jede se sentó en la
parada y oró preguntando a Dios:
“¿Padre, por qué permites esto? ¿Es que
quieres que vaya a la estación de la policía y presente denuncia contra la Iglesia Metodista,
aunque sabes que en mi corazón les perdoné la deuda que les reclamaba?”
Pero Dios le contestó: “Mejor es lo poco
con justicia que lo mucho sin derecho.”
Luego Gómez valoró varias opciones y
sintió de Dios abrir una vez más la
Biblia para ver qué es lo que Yave quería revelarle y
encontró tres frangmetos del libro de 2 Reyes.
2 Reyes 3:11-27; 2 Reyes 4:1-7 y 2 Reyes
4:8-37
En el primer texto encontramos que tres
reyes se había reunido para ir a la guerra pero se quedaron sin agua para la
tropa y para las bestias (2 R 3:9), por lo que el rey de Israel comenzó a dudar
de Yave, pero el rey de Judá en ligar de cuestionar a Dios, sin consultarlo,
pidió un profeta de Yave y el profeta dijo: ‘Hagan en este valle muchos estanques.
No verán viento ni lluvia pero esta tierra se llenará de agua y esto es cosa
ligera a los ojos de Yave que también les daré la victoria sobre sus enemigos.’
(2 R 3:16-18)
En efecto el valle se llenó de agua y los
enemigos creyeron que eran charcos de sangre y pensaron que los aliados habían
peleado entre sí, por lo que bajaron confiados y esa fue sy perdición. Así que
el rey de Moab tomó a su hijo junto a un remanente de su tropa y atacó a
Israel, pero fracasó y al verse perdido sacrificó a su heredero, en holocausto,
lo que provocó que quedara solo.
(2 R 3:23,26-27)
En el Segundo Pasaje
Yave revela como una mujer de los hijos
de los profetas clamó al profeta Eliseo diciendo: ´Soy una viuda y los
acreedores quieren llevarse a dos de mis hijos como siervos. Sabes que mi
esposo era temeroso de Yave.´ El profeta le dijo: “¿Qué te haré?” Es decir, le
preguntó: ¿Cuál es tu fe? ¿Qué es lo que crees que Dios puede hacer por ti?
¿Qué es lo que quieres que Dios haga por ti?
Ella dijo: ´Nada tengo sino solo una
vasija con aceite.´
Entonces el profeta le dijo: Cierra la
puerta y pide vasijas prestadas, no pocas. Ella así lo hizo y llenó todas las
vasijas prestadas, pero cuando terminaron las vasijas, paró de fluir el aceite.
(2 R 4:6)
El profeta le dijo: Vende el aceite para
pagar a los acreedores y con lo que te quede vive tú y tus hijos.
EN EL TERCER PASAJE
Yave revela cómo una mujer importante que
trataba muy bien al profeta Eliseo –porque decía a su marido, yo entiendo que
este es un varón de Dios- recibió la bendición de un hijo. (Repite conmigo, ¡un
hijo!) (2 R 4:9, 14, 17)
Este hijo falleció. Ella no se lo dijo a
nadie, ni siquiera a su marido. Sino que fue adónde el profeta Eliseo y se echó
a sus pies diciendole: ´No me apartaré de ti´ “¿Pedí un hijo yo a mi señor? ¿No
te dije yo que no te burlaras de mi?” Geizi, el siervo de Eliseo no puedo
revivirlo con el báculo del profeta. (2 R 4:23, 27, 28, 30-31).
El profeta Eliseo fue donde el niño,
entró a su recámra en privado, oró a Dios. Se echó sobre él, e insistiendo, el
niño estornudó siete veces y abrió los ojos. Entonces Eliseo se lo entregó a la
madre quien adorando a Dios, tomó al niño y salió. (2 R 4:34, 37).
¿Qué me ha revelado el Espíritu?
A veces, nosotros tenemos situaciones en
las que nos sentimos desesperados, como aquellos tres reyes, y perdemos la fe
en Yave, la confianza en Dios, como le ocurrió al rey de Israel.
Pero en situaciones desesperadas como
estas debemos hacer como el rey de Judá, Josafat, que preguntó por un profeta
de Yave.
Dile al que está a tu lado: “¡Busca
siempre orientación del Dios verdadero antes de tomar tus desiciones!”
A veces pensamos que para que haya agua
para beber nosotros y para nuestras ovejas, los de la familia, los hijos, los
miembros de la Iglesia,
los alumnos de la escuela, los subordinados en el centro de trabajo, en fin,
las personas que están bajo nuestra responsabilidad, repito, a veces pensamos
que para poder suplirles es necesario que Dios mande agua del cielo, que caiga
lluvia.
Pero Dios dijo: “Prepárense para acopiar
el agua. No veréis viento ni lluvia, pero este valle se llenará de agua…” Si es
que creyendo te preparas para acopiarla.
Si ellos hacían los estanques, Dios los
llenaría de agua y aún les daría la victoria sobre sus enemigos. Pero era
necesario que ellos creyeran y se prepararan a recibir la promesa de Dios, por
su palabra revelada por el profeta.
Por cierto, Eliseo no era un profeta
oficial en el reino de Israel, cuando fue llamado por el rey de Judá.
Eliseo vivia en Israel, pero el era
profeta de Yave, mientras que los profetas oficiales en aquel lugar y momento
eran los profetas de Baal. O sea, los profetas de “El Señor” que es lo que
significa la palabra “Baal” en Hebreo, “El Señor”[1].
O sea, los profetas oficiales eran
profetas que habían dejado de llamar a Dios por su nombre: Yave, y lo llamaban
de manera genérica: El Señor (“Baal”). Pero el rey de Judá pidió consultar a un
profeta que llamara a Dios por su nombre, un profeta de Yave, y entonces
llamaron a Eliseo.
¿Quieres tu ser un profeta de los muchos,
de los aprobados por los hombres? ¿O prefieres ser un profeta aprobado por
Dios, por el Dios del cielo, por el Dios verdadero aunque los reyes de este
mundo no te aprueben?
Dile a tu compañero o compañera: “La Biblia dice que la amistad
con los hombres es enemistad con Dios.”
Cuando llamaron a Eliseo, Yave dio por
medio de él un mensaje desconcertante: No van a morir. Ni de sed ni por la mano
de sus enemigos.
Aleluya, Gloria a Dios. ¡Va a llover!
¿Eh?
¡Tampoco!
Dios va a hacer algo inesperado. Algo
inexplicable, algo increíble, a no ser después de que se vea ya hecho.
Dios les dijo: ¡Hagan muchos estanques!
¿Tenía sentido hacer estanques si no iba
a llover?
Para la lógica humana, no tenía sentido.
Pero tengo una noticia para ti y para mi,
de parte de Dios.
La Biblia dice: “Así
como el cielo es más alto que la tierra, así son los pensamientos de Dios más
altos que los del hombre.”
Aleluya.
Dios lo va a hacer. Aunque tú no puedas
entender ni explicarte cómo será.
Si tú puedes creer esto, te digo:
¡Prepara los estanques en tu vida! Prepara los estanques en el patio de tu
casa. Prerapara los estanques en tu Iglesia, pastor que me escuchas. Prepara
los estanques para acopiar las bendiciones de Dios en tu empresa, en tu
escuela, en tu centro de trabajo, en tu oficina, en el hotel en el que
trabajas. Allí mismo donde tú estás leyendo este mensaje, o escuchándolo por
radio, o viéndolo por la televisión, o descardándolo de YouTube, o de Twitter,
Facebook, Blogger, Instagram o LinkedIn. Ahí mismo prepara los estanques para
que puedas acopiar las bendiciones que Dios tienme preparadas para tu vida,
aunque estés en el hospital o en la prisión, prepárate para recibir y acopiar
las bendiciones de Dios.
Si tu puedes creer que este es el mensaje
que Yave, el Dios de los cielos, de Abraham, de Isaac, de Jacob, de José, de
Efraín, de Jesús, si tú puedes creer entonces, preparate para que cuando la
bendición llegue a tu vida, no la dejes escapar, ni que yaya a ser tu enemigo,
o el que está bajo tu techo y te envidia, el que se beneficie de la bendición que
Dios mandó para ti, porque tú la dejaste ir, por falta de fe.
¿Recuerdas la parábola de las 10
Vírgenes?
Jesús dice que habrían 10 vírgenes
esperando al esposo. Pero que cinco de ellas no se habrían preparado bien, y
que cuando llegó el esposo ellas estaban buscando más aceite, o sea buscando
más unción de Dios, más discernimiento, y ¡miren! Cuando regresaron ya la
puerta se había cerrado, ya no podían entrar en las bodas con el esposo que es
el Mesías de Israel que viene a buscar a la Iglesia.
El que tenga oídos para oir que oiga lo
que el Espíritu está diciendo a la
Iglesia.
En efecto, el profeta Eliseo les dijo de
parte de Yave: Preparen muchos estanques.
Ellos tuvieron fe, y los prepararon y
tomaron agua y se saciaron y sus bestias y sus ovejas también. Porque esos
reyes fueron sabios y siguieron el consejo del profeta de Yave, y no el de los
profetas de Baal.
Ahora bien, tenemos por otra parte al rey
de Moab que desesperado tomó a su heredero y lanzó un ataque contra el pueblo
de Dios y no prosperó. No vamos a profundizar en este asunto ahora porque en
casi todos los sermones se explica.
El detalle está en que el rey de Moab
ante su desesperación sacrificó a su heredero. Tal vez porque pensó para que no
me maten a mi para que gobierne él. Tal vez porque persó si hago este
sacrificio mi Dios me será propicio. De cualquier manera, el sacrificar a su
heredero no le permitió seguir gobernando, ya que la Biblia dice que quedó solo.
Insisto en este detalle porque estamos
tratando el tema de qué hacer con los hijos ungidos.
¿Mandarlos a servir en otra casa
confiando en Dios, o dispersar la unción de Dios a los hijos de otros,
queriendo conservar nuestros hijos para nuestro propio provecho?
El rey de Moab retuvo a su hijo consigo y
luego lo sacrificó, no logrando éxito con nada de esto.
Pero, ¿qué hizo la viuda?
La viuda tenía en su casa aceite, no era
como las vírgenes desapercibidas que tuvieron que ir a buscar más aceite, ella
tenía aceite, pero ¿lo usó de la mejor manera?
Ella dijo: “Sabes que mi esposo era
temeroso de Dios” y dijo: “Nada tengo, sino aceite.”
Eliseo viendo que ella no valoraba el
aceite y que no quería enviar a sus hijos a servir en la casa de sus
acreedores, le dijo:
¡Cierra las puertas!
¿Alguna vez te han dicho: “Cierra las puertas”?
Pregúntale al que está a tu lado: ¿Alguna
vez… Dios te dijo,… Mira,… para ti… lo mejor es… que cierres las puertas?
Veamos a ver si Dios nos está evaluando
de bien, o de mal cuando nos dice, lo mejor es que cierres las puertas.
A esta mujer le dijeron: “Cierra las
puertas.”
“Y pide vasijas, no pocas.”
Dile al que está a tu lado, le dijeron: “Pídele
al vecino sus vasijas para echar tu aceite, si lo tienes por nada.”
Ella buscó las vasijas y en efecto Dios
la bendijo, multiplicando su aceite en las vasijas de los vecinos.
Incluso pagó a sus acreedores.
Dile a tu compañero de banco, dando su
aceite a sus vecinos pagó a sus acreedores.
Y vivió de lo que le quedó… por un
tiempo.
Dice la Biblia, que las vasijas prestadas se acabaron y
que el fluir del aceite se detuvo.
Si la unción que Dios te ha dado la
repartes entre los hijos de tus vecinos, tendrás un beneficio a mediano plazo,
pero cesará. ¿Acaso no lo comprendes?
Dice un refrán del mundo: “El que da pan
a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro.”
Ahora bien. ¿Qué nos narra la tercera
historia?
La sumanita reconocía que Eliseo era
varón santo de Dios.
Hoy es facil decir eso, porque la Biblia nos dice que Eliseo
era profeta de Yave. Pero recuerden que en aquel momento se había instaurado el
sistema religioso de Jeroboán que se estableció después de la muerte del rey
Salomón, parecido a la santería cubana actual, donde las personas pagaban un
precio, sacrificaban animales y ya eran profetas y sacerdotes de El Señor (o
sea, de Baal).
Recuerden que en Monte del Carmelo, Elía,
el maestro de Eliseo, había desafiado a 400 profetas de Baal (El Señor,
inespecífico) mientras que él solo era profeta de Yave (llamando a Dios por su
nombre).
O sea, que aquella mujer sumanita tenía
discernimiento para reconocer al profeta del Dios verdadero.
Ella recibió un don de parte de Dios. Un
hijo.
Cuando llegó el momento de su prueba,
ella no trató de retenerlo, no trató de presentar su dolor delante de nadie,
sino que entendiendo que había sido el Dios verdadero quien le había dado ese
hijo, fue sin que nadie más lo supiera y presentó su humillación y su dolor
ante el profeta del Dios verdadero.
Como dijo Job: “Yave dio, Yave quitó.
¡Bendito sea el nombre de Yave!”
El resultado es que se cumplió lo que luego
explicó Jesús, Quien trate de salvar su vida, la perderá. Pero el que la pierda
por causa del Evangelio, la salvará verdaderamente.
¿Debemos entregar nuestros hijos ungidos
a servir a Dios en tierras fértiles donde corre leche y miel para que las
conquisten?
La Biblia nos muestra
varios ejemplos.
La viuda que no quiso entregar a sus
hijos para que fueran siervos de los acreedores, pudo librarse de ellos, pero
ni su nombre ni el de sus hijos trascendieron en la historia ni en la Biblia, porque no llegaron
a cumplir el plan y el propósito de Dios para sus vidas.
Pero Abraham, no retuvo a Isaac cuando
Yave le pidió que lo sacrificara.
Labán permitió que Rebeca marchara a la
casa de Abraham, para ser mujer de Isaac, cuando el criado de aquel dijo:
“Porque cuando Dios me ha prosperado, no me detengas.”
José fue enviado como esclavo a Egipto;
La madre de Moisés no trató de retener a
Moisés más tiempo con ella sino que lo puso a la vista de la hija del Faraón,
mandándolo como siervo (un hijo adoptado) a la corte.
Ana no retuvo a Samuel de entregarlo en
la casa de Jehová como siervo del Sumo Sacerdote Elí.
Maldoqueo no retuvo a Ester de ir a la
casa de las doncellas del rey Asuero para ser tal vez una concubina de última
categoría.
Así sabemos lo que pasó con estos hijos e
hijas ungidos por Dios cuyos padres los enviaron a servir a casas mayores.
Ellos fueron prosperados por Dios en aquellas casas a donde llegaron, y
devinieron ejemplos para las futuras generaciones del poder y la lealtad de
Dios.
Si lo único que tienes en tu casa es
aceite, si lo único que tienes en casa es la unción de Dios, si lo único que
tienes es la bendición de Dios, entonces tus hijos serán prosperados allí donde
lleguen, y se cumplirá en ellos la promesa de que:
“Yo te daré a ti y a tu descendencia toda
la tierra que pisaren tus plantas.”
Abraham e Isaac terminaron siendo grandes
patriarcas de Irrael.
Rebeca teminó siendo la que decidió de
entre sus hijos cual heredaría la promesa de Dios a Abraham;
José llegó a ser Gobernador de Egipto;
Moisés llegó a ser el líder que sacó a
Israel de Egipto y fundó el Estado de Israel en el desierto, dando los 10
mandamientos y la ley;
Samuel fue el último Juez que gobernó
Israel y fue el sacerdote que ungió a los dos primeros reyes de Israel: Saúl y
David;
Ester llegó a ser la reina memorable que
salvó a todo el pueblo judío del exterminio por parte de Amán y la fiesta de
Purin establecida por ella se realiza hasta hoy 5778 años después.
Si regalas la unción que Dios te ha dado
para tus hijos, recuerda de que los 10 leprosos que Jesús sanó, solo uno
regresó a agradecer. Pero si lanzas a tus hijos con la unción que Dios te ha
dado a conquistar Egipto, luego él o ella, le dará pan de Egipto a toda tu casa
y tus criados, como hijo José con la casa de Jacob.
El que tenga oídos para oir, oiga lo que
el Espíritu de Dios dice a la
Iglesia.
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